Si Lewis Carrol levantara la cabeza... Cuanta perversión, que no deja a la evolución de una mente humana, reaccionar a su debido tiempo. Todo, las alegrias, las tristezas, los golpes, los aciertos... todos tienen que respetar un "tempo", para formar una bonita sinfonía, como la vida. Pero si las notas (o acontecimientos) se agolpan, lo que resulta es un conglomerado sin sentido, una sinfonía anárquica y desordenada, carente de lógica y por ende, de capacidad de respuesta. A Lewis, se le quedaría una sonrisa como la del gato de Cheshire, convertida en mueca desgradable.
Mi adolescencia transcurrió en una amortiguada placidez, un post franquismo católico sin excesos, más ¡Ay! sin saber muy bien porqué, en mis "guateques", un poco desfasados, ya no se escuchaba al Dúo Dinámico, ni a Paul Anka, ni bailábamos "agarrao" (estábamos más allá, éramos progres y nos sentiamos casi libres). Nos quedábamos ensimismados, oyendo a hurtadillas de nuestros padres a cantautores españoles exiliados o censurados, a la Credence, a Inti Illimani, a Quilapayún, a Víctor Jara y Violeta Parra... Estoy convencida, que formaba parte de nuestro viaje por la vida, aún sin saber, qué era aquello, que nos pillaba tan lejos, instalados en nuestras cómodas y plácidas vidas. Pero formaba parte de lo prohibido, de lo desconocido y de lo que un adolescente debe descubrir. Y ahí andábamos, con la curiosidad de ver que pasa y una vida por delante, los ideales iban ayudando a un puñado de jóvenes a iluminar su camino, rompiendo poco a poco con lo anterior, con lo hasta entonces vivido. Abriendo perspectivas distintas que hacian que empezáramos a cuestionar, a preguntar, a investigar... Y a crecer.
Cuán torpes hemos sido, de no ver la que se nos venía encima. Que los que tienen edad de ser nuestros hijos, se han topado con la realidad de golpe, sin darles tiempo a ir asimilando poco a poco, la falacia de sociedad, de bienestar y de tranquilidad en que supuestamente vivimos. Han tenido que ser unos chavales y chavalas de Valencia, los que han puesto la cara para despertarnos de esa placidez, y decirnos que ese mundo que transcurría sin sobresaltos, ese mundo que hemos ayudado a fabricar, esa sociedad plácidamente dormida, no les vale. Y no les vale, porque se niegan a decir que placidez y comodidad es no tener calefacción, o folios, o menos maestros. Que siguen siendo curiosos, que tienen ganas de aprender y nosotros, deberíamos enseñarles o guiarles. Y que no vale con el sacrificio de los padres/madres, que les mandan al instituto mientras ven el futbol o el canal divinity, que necesitan de la implicación de toda la sociedad, incluidos esos polícos corruptos, que han esquilmado su futuro, y lo siguen haciendo con sus "victorias gloriosas" a base de engaños y supercherias, pidiendo un voto, que no todo el mundo está en condiciones de emitir, porque, seamos serios, votar debe hacerse con la responsabilidad de saber la verdad de que se vota, no vale ir engañados por programas inexistentes y promesas vacias de contenido, que luego pueden cambiar. Deberia pedirse, un certificado de "vivir en la realidad" para poder votar, antes que ser mayor de 18, me consta que muchos menores, tienen mas capacidad de discernimiento que muchos adultos, a las pruebas me remito... Lewis, ven a sacarnos de esta realidad, danos el caramelo que dice: "Cómeme" y haz que seamos grandes...
A mí, lo que realmente me gustaría es poder pasar al otro lado del espejo... porque me siento como si estuviera atrapada por siempre en el jardín de la reina de corazones...
ResponderEliminarUn saludo y sigue escribiendo, lo haces muy bien ;)
Gracias Froda! El otro lado del espejo... ¿Te imaginas? Un lugar donde no haya nadie ordenando cortar las cabezas, y donde las rosas del jardin, sólo sirvan para perfumar el aire y recrear la vista... donde se pueda soñar en cada rincón, y no digan que soñar es perder el tiempo, sino hacer planes futuros. Lo he intentado mil veces, y mil veces se ha roto el espejo, debe ser, que no era el espejo adecuado, seguiré buscando espejo, y si lo encuentro, lo sabrás. Un beso!
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